Cada año nos vemos sorprendidos e indignados por decenas de incendios forestales que ocurren a lo largo y ancho de toda la geografía ibérica. Existen por supuesto incendios provocados por causas naturales, accidentes, diversas negligencias, pero casi siempre existe un componente voluntario humano que pocas veces se trata.
Al ser Extremadura nuestra tierra me quería centrar en ella. El año pasado ardieron más de 8000 has de terrenos forestales en la maravillosa Sierra de Gata, que por suerte no ha impedido que un año después la actividad y el desarrollo en la zona se haya recuperado en gran medida aunque las pérdidas medioambientales y ecológicas son incalculables y de difícil reparación a corto y medio plazo.
Este año hemos asistido a otro incendio forestal de un lugar natural emblemático donde los haya en nuestra región, me refiero a la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos situada en la zona norte del Valle del Jerte.
Si la mayoría de los incendios forestales SIEMPRE son provocados por el ser humano, ¿por qué no se ponen en los montes más medios humanos y técnicos para prevenir y vigilar los mismos? Es necesario aumentar el número de profesionales presentes en nuestros terrenos forestales durante el año para llevar a cabo acciones preventivas y de vigilancia (Peones especializados en la lucha contra incendios forestales y Agentes del Medio Natural). De la misma manera es necesaria una mayor cooperación con los escasos profesionales del SEPRONA de la Guardia Civil que trabajan en el monte para poder identificar y detener a los causantes de tales hechos deplorables.
Soy plenamente consciente de que en estos tiempos de crisis aumentar la oferta de empleo público de estos profesionales es difícil, pero igualmente es necesario. No puede haber un forestal, un peón o un SEPRONA vigilando cientos de kilómetros cuadrados de monte y ser eficiente en la tarea de prevención y vigilancia, ya que la mayoría de las infracciones se cometen con total impunidad en casi cualquier rincón de nuestra región.
Por otra parte, es necesario educar, concienciar y sensibilizar a la sociedad en todos los ámbitos de la vida, y como último punto comentar que las penas por cometer delitos medioambientales son en muchos casos irrisorias, nada ejemplarizantes a pesar del endurecimiento del Código Penal.
Esperemos que este escrito sirva para reflexionar y que al año que viene no tengamos que hablar de incendios provocados por el motivo que sea en alguna de las joyas de la corona de la naturaleza extremeña.
Javier Alameda Lozano