La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de lanzar la alerta sanitaria a nivel mundial por el brote de expansión epidémico del virus del ébola en países del centro y oeste de África. Aclaremos tres asuntos respecto a este tema.
En primer lugar, el ébola es uno de los virus conocidos más mortíferos en cuanto a su virulencia, capacidad de propagación y contagio a través de fluidos corporales, y su fase de incubación durante un período de no más de dos semanas que en más del 90 % de los casos resulta mortal. Es un virus cuyo origen se desconoce, pero cuyo paso al ser humano se encuentra en la ingesta de ciertos animales africanos (murciélagos y primates), como tan gráficamente bien nos han mostrado algunas películas de Hollywood. No olvidad su característica quizás más dramática, que es la aparición de hemorragias tanto internas como externas.
En segundo lugar, las empresas farmacéuticas, en concreto Mapp Biopharmaceutical Incque, que ya posee un tratamiento temporal (no definitivo). ¿Por qué dichas empresas, multinacionales privadas, no invierten ingentes cantidades de dinero en I+D+E en los mayores laboratorios de investigación de los países más desarrollados del mundo, sin que por ello obtengan grandes réditos económicos, pero en cambio si contribuyan a paliar este gran problema que supone un virus tan potente? Quizás la respuesta se encuentre en que este virus no afecta de primera mano a ninguno de estos países desarrollados, y es por ello, que aunque se investiguen en unos cuantos centros, no es un asunto de primer orden.
En tercer y último lugar, el papel de los diferentes Estados en esta epidemia. Sin ser grandes expertos ni tener Másters en Virología, es evidente que los países de nuestra órbita deberían ayudar con todos sus medios humanos especializados, materiales y económicos en colaborar y actuar en los lugares de origen del foco de expansión para evitar la propagación del virus en zonas donde las condiciones humanas e higiénicas son muy deficientes y apenas se cuenta con recursos. Esperemos que el ébola siga solamente viéndose en su forma más atroz en las películas americanas.