Con esta base, en los últimos años se han llevado a cabo diferentes investigaciones que, poco a poco, han ido poniendo de manifiesto tanto algunas de las características principales de estas células como sus implicaciones funcionales. Así, hoy sabemos que no son capaces de responder rápidamente y con gran fidelidad espacial a estímulos lumínicos, pero si tienen una gran capacidad para codificar la intensidad de la luz brillante, además, se conoce que desempeñan un papel central en diversas respuestas fisiológicas a la luz del día, incluyendo el ajuste de los ritmos circadianos, la regulación de la actividad y de los niveles de melatonina, así como en el ajuste del diámetro pupilar, pudiendo regular todo ello en ausencia de conos y bastones.
La melanopsina es probablemente el fotopigmento de este nuevo tipo de fotorreceptor, aunque los datos aún son insuficientes, especialmente en lo referente a la cascada de señalización intracelular que media la transducción. No obstante, pese a la ausencia de datos referentes a ciertos aspectos de la fisiología de este subtipo celular, la evidencia recogida hasta ahora nos permite decir que la visión clásica sobre los fotorreceptores debe ser revisada, pues el hecho de que las células ganglionares intrínsecamente fotosensibles sean capaces de responder a estimulación lumínica, transformándola en información eléctrica interpretable por el sistema nervioso, debe suponer su inclusión en el grupo de los fotorreceptores.
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