Hace pocos días se ha conocido que uno de los linces introducidos en el Valle de Matachel (Badajoz) dentro del programa Life Iberlince, ha sido encontrado muerto. Tras analizar sus restos se ha concluido que su fallecimiento es causa directa de un envenenamiento, por ello habría que preguntarse ¿qué estamos haciendo mal?
Se ha gastado millones de euros en el programa Life Iberlince, para evitar que esta especie endémica mediterránea tan nuestra desaparezca para siempre, pero los campos y montes en dónde encontraría cobijo, comida y condiciones adecuadas para su supervivencia han sido alterados.
Las variaciones poblacionales del conejo (su principal sustento) y la existencia de cebos envenenados, consiguen que el lince, zorros, otros pequeños carnívoros, aves, lagartos, etc., acaben sus días tempranamente por nuestro bosque mediterráneo o por las dehesas.
El veneno es un producto químico normalmente mortal al ingerirlo, que no sale de forma natural por generación espontánea, sino que es colocado estratégicamente por algunos/as con un determinado objetivo, como el de matar “alimañas”, a sabiendas de que con su actitud paleolítica puede ese mismo producto acabar con muchos seres vivos que pasan por allí.
Nuestros campos extremeños están plagados de estos venenos y aunque los Agentes del Medio Natural, Guardias Civiles del SEPRONA, Guardas de Campo y Caza, ecologistas y proteccionistas de la biodiversidad hacen su trabajo, sigue habiendo pocos medios humanos y materiales para luchar contra el veneno en los montes.
El Gobierno de Extremadura, a través de su consejero de medio ambiente, ha dicho que este año pretende aunar esfuerzos y combatir enérgicamente este problema.
Esperemos que no sea demasiado tarde para nuestra fauna protegida, de la que tanto nos enorgullecemos todos los extremeños/as.
Javier Alameda Lozano
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